Secretos de la Puna


Para aventureros que buscan paisajes poco difundidos, un circuito que parte de Humahuaca, pasa por Abra Pampa y llega a un deslumbrante y rojizo cañón: el Filo del Angosto.


POR SANTIAGO BARDOTTI / ESPECIAL PARA CLARIN


La provincia de Jujuy y la Puna están llenas de sorpresas y maravillas escondidas. Y nuestro país, aunque en general pensemos lo contrario, sigue más al norte que La Quiaca misma: sube hacia el noroeste y encuentra la frontera en un paisaje de película. Eso sí, es el premio para los aventureros y los osados. También es el premio para quienes no le tienen miedo a los nombres que asustan (tanto como seducen). Llegar a La Siberia de la Puna, por ejemplo, hoy llamada Abra Pampa.
Para llegar al corazón del altiplano hay que desviarse de la confortable ruta 9 que va hacia la Quiaca y tomar hacia el oeste. Estamos tan arriba que el oeste no es Chile sino Bolivia. Nuestro mapa mental comienza a flaquear y se vuelve necesario ir al papel para comprender y verificar.
El recorrido comenzará, sin embargo, más al sur. Para llegar hasta aquí, la antigua ciudad de Humahuaca, en Jujuy, es un buen punto de partida y de pernocte, para arrancar a primera hora del día siguiente.
Subimos desde aquí a través de un paisaje diferente y donde la altura se hace notar en todos sus aspectos. En un tramo tranquilo por la ruta nacional 9 continuamos hasta el centro neurálgico del altiplano, Abra Pampa –antiguamente llamada “Siberia Argentina”–, a unos 80 kilómetros de Humahuaca. Estamos a casi 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar.
Ritmo propio
El turismo más convencional se ha terminado donde finaliza la Quebrada, y en seguida tenemos la sensación de estar, verdaderamente, tierra adentro. La misma ciudad de Humahuaca es en sí una transición y es el último punto donde se mezclan los “gringos” con paisanos y lugareños. En cambio, el mercado de Abra Pampa luce muy distinto: allí cada pequeño productor se acerca a vender su mercadería y en los horarios más insólitos. Por ejemplo, el jueves a última hora llega el cordero. En algún otro día y momento se carnea llama que se cría y consume en la zona. Para todo hay que saber cuándo y dónde. Por estos lados el consumo de la llama es central para la economía familiar.
Cuando dejemos la ciudad y comencemos el ripio, con unas colinas antiquísimas de fondo, tal vez veamos a sus parientes más salvajes y divisemos algún grupo de vicuñas tímidas comiendo pastizales amarillos.
Nos desviamos hacia el oeste por un camino que alguna vez fue la vía de comunicación principal, un antiguo camino que lleva ese tipo de nombres enormes que hacen viajar en el tiempo junto con la geografía: el antiguo Camino del Inca, el Camino Real. Soledad e historia. Restos de actividades antiguas, minas abandonadas y lechos de ríos secos. Como si nada fuera permanente aquí.
Pero en la Puna los fenómenos climáticos tienen la claridad y nitidez de los sueños. Así se pueden ver las tormentas en la distancia, truenos que resuenan en esas llanuras enormes y rayos que caen metiendo miedo, pero allá lejos, para que lo disfrutemos como un espectáculo único.
De Abra Pampa, siguiendo la ruta provincial 7 (un camino mejorado que según las épocas puede presentar mucho serrucho) nos dirigimos a la laguna y reserva natural de Pozuelos, a 3.900 metros sobre el nivel del mar. Son estas lluvias, principalmente en el verano, las que dan vida a la laguna, famosa por su enorme colonia de flamencos, estación favorita de diferentes aves migratorias.
Habremos pasado, antes de llegar, no muy lejos de la salida de Abra Pampa, el desvío hacia la izquierda que se dirige a Cochinoca (verImperdible), antigua capital del departamento cuando el trazado del ferrocarril no había cambiado definitivamente el curso de esta historia. La Puna es testigo de la aparición y desaparición de actividades y pueblos. Ahora quedan los criadores de animales solitarios y sus contrincantes en este juego constante: los pumas y los zorros.
En busca del horizonte
En la región, el otro gran enemigo es el clima: los grandes fríos invernales y, en especial, el viento. Como si fuera un gran fantasma, se escuchan las historias del viento blanco, tan temible que puede dejar muerto al ganado en pie. Por suerte no es tan común, pero alimenta relatos que sirven para darle todavía más dramatismo a un paisaje que es, de por sí, sobrecogedor.
Después de hacer una parada para disfrutar del paisaje y observar las aves como si fueran los únicos habitantes del planeta seguimos nuestro camino hacia Santa Catalina. Son unos 60 kilómetros de ripio y se puede llegar bordeando el lado este o el lado oeste de la laguna, que en épocas de “seca” (durante el invierno) casi no se divisa. El camino del este, más cercano a la ruta 9, pasa por el pintoresco pueblo deCienaguillas. El otro camino –aún más inhóspito– sortea los caseríos de Rodeo Chico y Yoscaba.
Santa Catalina, con su aire colonial y pacífico, su iglesia del siglo XVII y su museo es un confín del mundo. Allí parece acabarse todo. Se acaba nuestro territorio, al menos, pero no sin antes, en la frontera con Bolivia, brindarnos un paisaje que solamente hemos visto en películas.
En efecto, a unos 20 kilómetros saliendo del pueblo por un camino lento, llegamos al llamado Filo del Angosto, un impresionante cañón que se extiende hasta donde llega la vista. El colorado es su tonalidad predominante y las resonancias son obvias. La boca queda abierta y las preguntas aparecen. ¿Cómo es posible descubrir tanta belleza escondida?
En la despedida, un instante de maldad nos hace desear guardar esta panorámica para nuestros ojos, igual que han hecho, de alguna manera, los jujeños y los habitantes de Santa Catalina.

IMPERDIBLE
Pasos perdidos en Cochinoca
A 25 km de Abra Pampa, por la ruta provincial 7, en general en buen estado durante todo el año, se llega al pintoresco pueblo de Cochinoca. Si bien el lugar está habitado por unas pocas familias, alberga dos construcciones antiguas de los siglos XVII y XVIII. Se trata de las iglesias de Santa Bárbara y del Rosario. 
Al llegar desde Abra Pampa surge la sensación de arribar a un pequeño oasis. El pueblo, construido en adobe y piedra, se encuentra al pie de una colina y es muy arbolado, colores que contrastan con el aspecto seco y ralo que predomina en la región. La primera visión es encantadora y la presencia de la iglesia de Santa Bárbara, en especial, parece proteger de algún modo el pequeño paraje, rodeado de un paisaje tan grande e imponente que simula tragárselo todo. 
Junto a la Iglesia del Rosario se hallan los restos de una iglesia más antigua todavía. El pueblo, con muchas casas abandonadas y derruidas por el tiempo, muestra su historia a través de restos de muros de piedra, un viejo almacén y la plaza. 
Al planificar el circuito conviene tener en cuenta que no hay aquí albergues turísticos, pero algunos pobladores ofrecen amablemente alojamiento en sus casas.   

MINIGUIA
COMO LLEGAR. En auto, de Buenos Aires a Humahuaca son 1.646 km por ruta 9 (Panamericana ramal Escobar). 
Por Aerolíneas Argentinas, el vuelo Bs. As. - San Salvador Jujuy, desde $ 1.873, ida y vuelta (aerolineas.com). Para llegar a Humahuaca, el bus de empresa Balut cuesta $ 40 en clase semi-cama (ida). Hasta Abra Pampa, $ 70 (www.balutsrl.com.ar).

DONDE ALOJARSE. En Humahuaca (para hacer base), una opción es el hostal Azul, que pide $ 300 por el cuarto doble con desayuno (hostalazulhumahuaca.com.ar).
Atención: en Cochinoca y en Santa Catalina los alojamientos son únicamente en casas de familia.

INFORMACION
Oficina de Turismo de Jujuy: (388) 422-1325 / 422-1326
www.turismo.jujuy.gov.ar

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