Vancouver, un collage de culturas

Hace unos años hice un viaje con mi familia a Vancouver (Canadá). La hermosa ciudad, reposada en el delta del río Fraser, sobre una península a orillas del Pacífico y rodeada de bosques y montañas nevadas, nos dio la bienvenida durante un cálido verano. Nuestra llegada coincidió con la “Celebration of Light”, una fiesta internacional de fuegos artificiales que se realiza cada año en la Bahía Inglesa. Durante cuatro noches, el cielo de Vancouver se enciende con luces multicolores; es un espectáculo imponente.



POR PAULA BASALO


Hay una gran cantidad de parques naturales. Parque Stanley tiene 405 hectáreas con playas, piscinas públicas y 35 kilómetros de caminos interiores y uno costero, el Seawall, que da la vuelta al parque bordeando el mar. Para recorrerlo, optamos por emprender la hazaña de la mejor manera: en bicicleta. Con una sorprendente variedad de vida silvestre, el Stanley es el hogar de los enormes cedros rojos de Canadá, de espléndidos abetos y de animalitos que andan libres por el parque. Se nos acercaban amigables ardillitas y familias de patos. Un encantador mapache llegó lentamente y le acerqué mi mano para tomarle una foto, pero se me vino encima y recibí advertencias en todos los idiomas de no intentar contacto alguno.
Fuimos al Capilano Suspensión Bridge, un puente colgante que cruza el río Capilano en medio del bosque. Un gran desafío fue el “treetop adventure”, que consiste en recorrer el bosque a través de unas pasarelas colgantes suspendidas en las copas de los abetos.
También visitamos Whistler, una estación alpina elegida por los amantes del esquí y el mountain bike. Llegamos tras un empinado ascenso por una carretera de montaña bordeada por pinares gigantescos, valles y cimas nevadas. Recuperamos fuerzas con una taza de café y algunas exquisiteces, disfrutando el bello paisaje.
A la hora de la cena salíamos a recorrer la ciudad en busca de alternativas gastronómicas, que son tantas como la diversidad étnica de Vancouver: japonesa, francesa, italiana, alemana, china, hindú, y el característico y delicioso salmón del Pacífico.
Vancouver es un increíble collage de culturas, parques naturales, tótems originarios, rascacielos, galerías de arte, restaurantes étnicos, mercados callejeros. Llaman la atención la limpieza y la educación; también la relevancia y respeto por las familias originarias. Las réplicas de tótems en miniatura y los cazadores de sueños, tan representativos de ellos, son los souvenires más frecuentes.
La vida dirá si regresaré a esta pintoresca ciudad que disfruté muchísimo. Hoy puedo volver con los mejores recuerdos.

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