Bélgica: Bruselas, la ciudad ilustrada

BRUSELAS.-Esta ciudad mantiene una estrecha y duradera relación con la historia del cómic. Aquí trabajaron Georges Remi o Hergé, Morris y Franquin, entre muchos otros grandes historietistas de una identificable e influyente escuela. Y la capital misma es un libro abierto, cuyas páginas pueden asomar sobre las medianeras de edificios, para ser descubiertas a cada paso, a la vuelta de cualquier esquina, en coloridos murales.


Más de treinta de estas obras se mimetizan entre el paisaje urbano. Encontrar a sus personajes, camuflados por las calles, no es tarea sencilla. Hay que superar la tentación de frenar a cada momento ante las chocolaterías, los bares de cervezas y los magníficos ejemplos de arquitectura art nouveau. Un mapa temático (los 50 centavos de euro mejor invertidos en la Oficina de Turismo) y dos días bien organizados bastan para cubrir la ruta del cómic strip mural en Bruselas y despertar al niño que llevamos dentro.
La Grand Place es el mejor punto de partida para emprender la búsqueda desde la mañana, después de un giro de 360º para ver en detalle los preciosos edificios que la rodean, entre el Museo de la Ciudad, el de la cerveza, restaurantes, chocolaterías y el Ayuntamiento junto a la Oficina de Turismo. Por la calle que sale desde la plaza en dirección a la peatonal, la primera piedra libre es para Tintín y el capitán Haddock, los famosísimos personajes de Hergé. Entre el movimiento de este breve paseo y en lo alto de un edificio, se puede ver el fresco de una escena de El asunto Tornasol, en el que ambas figuras bajan por una escalera.

Tras seguir por la misma rue de l'Étuve se llega a una de las esquinas con mayor concentración de turistas en Bruselas. Allí está la estatua del Manneken Pis, el célebre chiquito que orina a la vista de todos. Hacia la izquierda, precisamente sobre rue du Chêne, una nueva pintura muestra a Olivier Rameau y Colombe Tiredaile, tomados de la mano, entre sonrisas y fuegos artificiales. Algo más alejado, donde las escenas turísticas dan paso a la cotidianidad de la vida en Bruselas, en la esquina de rue des Alexiens, próxima a una parada de colectivo, Young Albert y otros personajes de Yves Chaland esperan como uno más la llegada del tranvía.
El proyecto de pintar paredes libres entre edificios con homenajes a los más destacados historietistas se lanzó en 1991 entre el gobierno de la ciudad y el Centro Belga del Cómic. La iniciativa confirmó a Bruselas como uno de los principales centros del noveno arte y el circuito de murales se instaló pronto como atracción turística.
En rue Philippe de Champagne está el personaje de la serie XIII -un amnésico que intenta descubrir su pasado - apoyado sobre un taxi amarillo. Jean Van Hamme, el guionista, y William Vance, el dibujante, se inspiraron en la novela de Robert Ludlum El caso Bourne. A pocos pasos, otra pared nos transporta a la galaxia con una de las primeras mujeres protagonistas de una serie a comienzos de los años setenta: la japonesa Yoko Tsuno, creada por Roger Leloup y publicada por Dupuis. Por último y casi por casualidad, al cruzar rue des Bogards, sobre un negocio que vende toda clase de cervezas, la melancólica imagen de Monsieur Jean -de los inseparables Philippe Dupuy y Charles Berbérian - en tonos amarillos y grises llena de nostalgia una esquina.

En marcha otra vez hacia el sector de mayor concentración de chocolaterías y bares de cervezas que rodean la Grand Place, vale la pena sentarse a tomar algo antes de salir por las últimas obras del día. Le Cirio -rue des Bouchers 18- es un auténtico bar de puro art nouveau, que solía ser el centro de reunión de artistas, o Greenwich -rue des Chartreux 7-, elegante café que contaba entre sus habitués a René Magritte, que se reunía a jugar al ajedrez con otros colegas surrealistas.
Un grupo de turistas se acomoda frente al mural de Ric Hochet. El amontonamiento ayuda a encontrarlo enseguida. En una callecita angosta, los visitantes, bajo paraguas y una lluvia indecisa, presencian el instante en el que un villano amenaza a Nadine en un departamento del primer piso, mientras al inspector Bourdon, en la planta baja, se le vuelan el sombrero y la pipa ante la sorpresa, y más arriba Ric Hochet cuelga del tejado.
La satisfacción de poner dos tildes más en la lista llega de la mano de dos murales que acompañan dos esquinas y un bar en cada una, donde los dibujos se mezclan entre parejas y crean una armoniosa convivencia entre la realidad y la fantasía. De un lado, Broussailles -de Frank Pé-, la primera obra de este extenso cómic strip mural, realizada en julio de 1991. Se trata de dos jóvenes abrazados que caminan alegres, enfrentados a la esquina donde el espía Victor Sackville +obra de Francis Carin- pasea elegante del brazo de una dama distinguida, dentro de una atmósfera misteriosa.

El bulevar Anspach es una buena distracción con librerías y tiendas especializadas en cómics, que se ubican una tras otra en este camino que lleva al edificio de la Ópera o Teatro Real de la Moneda. Allí se puede encontrar libros a buenos precios, el famoso cohete colorado de Tintín en diferentes tamaños (de 5 a 179 euros), entre otras piezas de colección.
El ambiente que rodea el bulevar es ideal para quedarse hasta la hora de la cena, por la gran variedad de restaurantes, entre cadenas de comida rápida y hasta un Pizza Hut. Si quedan ganas de caminar un poco más, a cinco minutos, Delirum Café es un famoso bar para ir con tiempo y cuidado a elegir entre una variedad de casi 2500 cervezas, probar un par y escuchar buena música. Muy cerca del bar, Gastón Lagaffe (el célebre antihéroe de André Franquin) parece escondido en la entrada a un estacionamiento, con un yoyó en la mano, tras haberle golpeado la cabeza a un señor que pasaba por la calle.

DE LOS PITUFOS A ASTERIX

Con las energías recargadas para encarar un segundo día a puro andar, la mañana empieza al costado de la estación central con un pitufo gigante que le roba las mejores fotos a las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza. Los Pitufos son otra creación belga, más precisamente de Pierre Culliford, alias Peyo, que los presentó en 1958 en la revista Spirou.
Inaugurada en 2006, la Maison de la Bande Dessinée es un paraíso del cómic, en el bulevar de I'Impératrice. Dos o tres veces al año ofrece exhibiciones dedicadas a autores o personajes, con trabajos originales e ilustraciones inéditas. Ahora, por ejemplo, hasta el 24 de noviembre se puede ver por una entrada de 3 euros la muestra sobre Will, artista fundador de la escuela Marcinelle, junto con Jijé, Franquin y Morris. El cómic, ligado a la prensa y con alto contenido pedagógico y doctrinal, tuvo dos escuelas importantes: la de Bruselas y la de Marcinelle. La primera, liderada por Hergé y caracterizada por líneas rectas, se diferencia de la segunda que impuso las formas redondeadas y los contrastes de color, para incluir dramatismo a historietas dirigidas a un público joven.
A espaldas de la catedral de San Miguel y Santa Gúdula aparece el mural de Armando Catalano (del artista suizo Enrico Marini), valiente y alerta. Y a escasos metros, sobre el bulevar Pacheco, espera otra figura, esta vez una estatua, un antihéroe enorme y colorido, que obliga a acercarse. Se trata de la estatua de Gastón Lagaffe, uno de los más influyentes de la historieta internacional, con una maceta en una mano y el gato a sus pies. Detrás de Gastón, unas escaleras bajan hacia el Centro Belga del Cómic, visita obligada no sólo para recorrer sus exposiciones, sino también para admirar el edificio, obra del padre del art nouveau, Víctor Horta.
Todavía quedan murales escondidos y ciudad por recorrer. Hay que apurar la marcha para llegar a ver algunos más, casi en el límite del centro. Allí están Spike y Suzy, arriba de otros queridos héroes -Jerome, Ambrose y la tía Sidonia-, todos apilados y sostenidos por un fuerte Manneken Pis; a pocos metros los campeones de FC, que rara vez ganan un partido, caminan por el césped, y en la zona que rodea Quai des Charbonnages, entre un canal, calles floridas y cafés, Billy the Cat, el niño reencarnado en un gato, corre con sus amigos.

Asterix, Obelix, Lucky Luke (el vaquero más rápido que su sombra), Blake y Mortimer, y Nero (de Marc Sleen, el dibujante más prolífico del mundo, según el Libro Guinness de los Récords) son algunos de los otros personajes ilustrados sobre los edificios. Luego, el tiempo que queda, se podrá dedicar sin culpa a las chocolaterías cercanas a la Grand Place: Mary, Neuhaus, Pierre Marcolini o Godiva, y culminar un paseo diferente por una ciudad única.

DATOS ÚTILES

Para ver
  • Maison de la Bande Dessinée: en el bulevar de I'Impératrice 1. Abre de martes a domingo, de 10 a 18, y tiene una entrada única de 3 ?.
  • Centro del Cómic Belga: Queda en Rue des Sables 20, muy cerca de la estación central de trenes. Abre todos los días, menos los lunes, de 10 a 16. Entrada, 8 ? para adultos; menores de 12 a 18, 6 ?, y los menores de 12, 3 ?. Este centro cuenta con una sala de lectura que tiene acceso libre. También aquí se organizan tours para recorrer la ruta de los frescos en la ciudad. Contratar una guía turística cuesta 115 ? y se puede armar un grupo de hasta 25 personas, para salir a buscar cómics y escuchar sus historias durante 2 horas y media. La reserva se debe hacer al menos dos semanas antes a visit@comicscenter.net. Hay tours en español.

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